SANTO ROSARIO DE SANACIÓN Y LIBERACIÓN DE LAS LAGRIMAS DE NUESTRA SEÑORA DE FATIMA

martes, 21 de febrero de 2017

Estoy viviendo una segunda pasión

Estoy viviendo una segunda pasión 

Noviembre 10/07   4:55 p.m.



Jesús dice: 

Amando la cruz, pequeños míos, sólo en la Cruz encontraréis salvación, libertad como hijos verdaderos de Dios. Cargad con la cruz cada día, sobrellevando con amor y paciencia vuestras fatigas, vuestros problemas y vuestras arideces. 


La cruz es el signo vivo que ahuyenta a Satanás. Adoradla, porque allí fui llevado como cordero degollado al matadero. Qué terribles sufrimientos vivió mi Divino Corazón, mi Cuerpo Santísimo, los latigazos despellejaron mi piel, originando heridas dentro de la misma herida, pero todo este sufrimiento lo padecí en silencio por amor a vosotros. Guardad silencio en vuestros momentos de sufrimiento y ofrecédmelo, y así vuestro sufrimiento será de gran mérito para el cielo. 


La agonía de mi Corazón rebosó hasta el límite, porque los hombres desgarraron su furia sobre el Hijo de Dios, pobrecitas almas impulsadas por la rabia feroz de Satanás, como instrumentos del mal que profanaron mi Cuerpo y mi Sangre Santísimo. Reparad por mis  dolores físicos e interiores de mi pasión Santísima, por la Sangre preciosa que fue derramada.

 Id, espiritualmente, a todos los lugares de mi Sagrada Pasión y besad el suelo en reparación por los sacrilegios e indiferencias con que fui tratado. 




Adorad la llaga de mi Sagrado hombro, dolores atroces padecí en ella, besadla y ungidla con vuestras lágrimas, que como suave bálsamo sanará.








Escuchad las risotadas y palabras burlescas, cuando me fue ceñida la corona de espinas fue tanto el dolor, que corrían borbotones de Sangre  por mi Divino Rostro. 





Adorad con reverencia mi corona de espinas y reparad por los pensamientos diabólicos con que aquellos pobres hombres descargaban su furia contra Mí, dislocaron mis huesos al clavar grandes clavos en mis manos y mis pies, y al suspender la Cruz sobre la tierra fue inmenso el dolor físico en mi Cuerpo. Reparad, apóstoles de mi Sagrada pasión, por todas las faltas, por todos los insultos y por todas las mofas que mis castos oídos tuvieron que escuchar. 


Venerad y adorad los dolores de mi Divina pasión para que adquiráis grandes méritos y os hagáis perfectos a imitación del Alma Víctima Divina. Meditad en ella con frecuencia para Cristificarme en vosotros. 

Reflexionad, uniendo la agonía de mi Divino Corazón a la agonía de mi Cuerpo Santísimo. Hijos míos, la Cruz es señal de victoria y de redención; después de mi muerte vino mi Resurrección. 

Estoy viviendo una segunda pasión, porque otra vez mi Sagrado Cuerpo es golpeado y lastimadas sus heridas por las irreverencias con que algunos sacerdotes tratan mi Cuerpo. De nuevo escucho improperios contra mi Divinidad, sublimizando mi grandeza en el misterio Eucarístico.

 Otra vez, soy crucificado al tener que descender del cielo en manos indignas y pecadoras y depositarme en corazones mezquinos que no han purificado sus pecados con el Sacramento de la confesión. De nuevo clavan mis manos y mis pies con el comportamiento y vestimenta inadecuada con que llegan a los templos; la corona de espinas, de nuevo ceñida sobre mi cabeza, por la falta de preparación y de oración con que muchos sacerdotes llegan a celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. De nuevo mi alma experimenta una sed insaciable de almas, pero en vez de ofrecerme vinagre, me ofrecen la hiel amarga de las infidelidades. De nuevo mi Divino Cuerpo es flagelado por la falta de fe y la rutina en que las almas participan del milagro más grande que existe sobre la tierra. El mismo dolor que   experimenté en el huerto de los olivos, lo experimento hoy en la soledad de los Sagrarios. 

 (Veo a Jesús crucificado con su cabeza inclinada, su cabello desgreñado, su mirada está opaca; gotas de sangre caen al piso y veo perros que lamen su Sangre).

 Hijos de mi Sagrado Corazón, mi Cuerpo y mi Sangre de nuevo es profanado, mitigad mi dolor con vuestra oración, con vuestros sacrificios y entregaos totalmente a mi Divina Voluntad. Reparad por los pecados de la Santa Iglesia, especialmente por los pecados de los sacerdotes y demás almas consagradas a Mí, porque el día del juicio será más severo para ellos, ya que al que mucho se le dio, mucho se le exigirá.

 En vosotros está la reconstrucción y restauración de mi Iglesia. Estad adheridos a mi Madre Santísima que ella como Madre de la Iglesia os guiará. 

Os bendigo en esta misión de salvar y acercar almas para mi Reino. 

Meditad La Pasión. 
¡Qué poco meditáis la Pasión de Jesucristo! 



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Revelaciones dadas a un alma a quien Jesús le llama cariñosamente Agustín del Divino Corazón 



EN LAS FUENTES DE MI DIVINO CORAZÓN II


Ejercito Mariano Internacional

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